Este es el segundo capítulo de la serie de artículos en los que analizo, opino y hago propuestas sobre el modelo de ciudad y el modelo urbanístico actual en L’Hospitalet de Llobregat. En este capítulo hablaremos sobre el plan de Can Rigal.
Como ya hemos hablado en los artículos anteriores, L‘Hospitalet de Llobregat es la ciudad con mayores densidades de población de Europa y en la que se sigue aplicando un urbanismo irresponsable que pretende seguir masificando la ciudad con más de 10.000 viviendas nuevas.
Can Rigal o «la plaza Europa» del Norte
Dentro de ese «pack» de más de 10.000 piso de nueva construcción, nos centraremos en este artículo en el plan de Can Rigal. Este plan representa 1.000 viviendas y varios hoteles. Un resumen de 26 torres de gran altura, ahí es nada.
Para abreviar, llamaremos Plan de Can Rigal a la «modificació puntual del Pla general metropolità al sector de can Rigalt que abasta l’extrem nord del municipi, entre l’avinguda de Collblanc, el barri de Pubilla Casas i el límit del terme municipal amb la ciutat de Barcelona i d’Esplugues de Llobregat«. Podéis consultar toda la documentación pública del proyecto en la web del Registre de planejament urbanístic de Catalunya.

Los terrenos de Can Rigal se sitúan en la zona norte de la ciudad de L’Hospitalet de Llobregat, haciendo frontera con Barcelona y con Esplugues de Llobregat.
El ámbito de Can Rigal se encuentra cerca del también controvertido «Pla Caufec» del municipio de Esplugues y ambos proyectos intentan retroalimentarse de los aspectos más especulativos del otro.
Can Rigal, una de las dos últimas zonas libres de edificación
Los terrenos de Can Rigal son, junto con los de Cal Trabal en la zona sur, uno de los últimos espacios libres sin edificar de la ciudad. Ambas zonas cuentan con espacios naturales y/o con elementos patrimoniales de gran valor (y como es frecuente en esta ciudad, en avanzado estado de ruina y abandono).
La planificación de estas dos zonas, norte y sur, responden a la lógica del gobierno municipal de «terminar la ciudad». Pero hay que destacar que una ciudad nunca está «acabada», ya que todo tejido urbano es un ente vivo y mutable con el tiempo.
Es por esta naturaleza orgánica de las ciudades que el concepto «acabar la ciudad» responde más a un TOC (trastorno obsesivo compulsivo) que a una necesidad y oportunidad real que beneficie al conjunto de la ciudad y que, como siempre, beneficia mucho sólo a unos pocos privados.
El plan es un proyecto supramunicipal, afecta parcialmente a los municipios vecinos de Esplugues y Barcelona y, sorprendente y convenientemente, afecta también al municipio de Gavá.
Sí, sí, habéis leído bien. Gavá es parte fundamental de este plan, con una estrategia de «despeje del balón» y de «pelotas fuera» digno de admirar.
Barcelona ya desarrolló hace años su parte, un parque y zona verde bastante notable. Queda aun pendiente de ejecución la parte que le corresponde a Esplugues, que como hemos dicho se encuentra más centrado en el desarrollo del «pla caufec».
Pero… ¿Qué hay en Can Rigal?
La zona en la actualidad está ocupada por el complejo deportivo conocido como L’Hospitalet Nord, por una central transformadora eléctrica de FECSA-ENDESA y, lo más importante, por la finca neoclásica de Can Rigal (joya del patrimonio de L’Hospitalet).
La casa de Can Rigal está protegida y catalogada como Bien Cultural de Interés local (BCIL) y el escudo del dintel de su puerta como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN). Ambas, protecciones del más alto rango.
La casa actual data del siglo XVIII pero se construyó aprovechando una construcción más antigua, probablemente de la época medieval. Tenéis mucha información sobre los elementos patrimoniales en este completo artículo del historiador Manuel Domínguez: http://localmundial.blogspot.com/2014/09/can-rigalt-una-joia-del-patrimoni.html
El deterioro de la finca y el impulso a los planes de desarrollo y «pelotazo» del plan de Can Rigal se aceleran cuando en el año 1997 el Fútbol Club Barcelona compra la finca.

El progresivo abandono ha convertido la zona en un agujero negro y ha favorecido el uso descontrolado como vertedero ilegal de escombros de obra. El mal estado de la zona es fruto de un cóctel de ánimo de lucro excesivo de una parte, de incivismo de otra y de la dejadez de las instituciones públicas responsables del mantenimiento del espacio.
El abandono y la criminalización de una zona son pasos indispensables del proceso de gentrificación que ya vimos en el artículo anterior.
Origen del plan: El fútbol y el pelotazo
Y es que si tu compras terrenos calificados como zona verde y de reserva de sistemas, ya sabes que no puedes construir nada ahí que no sea un parque público o una plaza… A no ser que ya pienses que se va a recalificar.
Esa es la historia básica del origen de este plan: Un privado compra, a precio bajo, terrenos calificados como zona verde. Posteriormente plantea un proyecto económico que «supondrá un beneficio para toda la ciudad» y presiona al Ayuntamiento de turno para que recalifique los terrenos.
Unos proyectos administrativos después… ¡Voilà! Has dado el pelotazo del siglo.
Con la recalificación, los terrenos se revalorizan y, gracias a las hipotecas a 30 años de multitud de familias, se contruye una urbanización y se realiza un negociazo con beneficios de más de 60 millones de € privados en mayor parte y públicos en menor medida (datos según la memoria del plan).
¿Qué pelotazo se planea?
El Plan de Can Rigal para modificar el plan general del 76 fue dando bandazos desde finales de los años noventa del siglo XX hasta su aprobación definitiva en el año 2006.
La propuesta actual del plan reduce la zona verde original (la del planeamiento anterior) para dar cabida a la construcción de aproximadamente 1.000 viviendas (116.960 m2 edificables) y varios hoteles (7500m2 previstos en el plan original).

fuente: http://ptop.gencat.cat/rpucportal/AppJava/cercaExpedient.do?reqCode=veureDocument&codintExp=219191&fromPage=load
El plan también prevé construir un parque (rodeado por torres de edificios, como debe ser) y varios equipamientos, entre ellos el nuevo hospital de L’Hospitalet (valga la redundancia).
Las superficies expuestas antes citadas se traducen en un total de aproximadamente 26 edificios de gran volumen divididos de la siguiente forma:
- 12 torres de vivienda de PB+10 (planta baja más diez plantas piso).
- 12 torres de PB+8 (planta baja más ocho plantas piso).
- 1 torre de PB+18 (planta baja más dieciocho plantas piso).
- 1 edificio hotelero de PB+7 (planta baja más siete plantas piso).
La memoria del plan plantea que con la construcción de estos edificios se podrá eliminar la estación eléctrica de la zona y construir el parque y además se obtendrá un beneficio de más de 60 millonazos. ¡Todo suena fantástico! ¿Verdad?
¿Quieres ir al parque de Can Rigal? ¡Pues vete a Gavà!
Pero no es oro todo lo que reluce. Existe un principio en el urbanismo que es que por cada m2 de nueva zona edificada ha de ir vinculada una ampliación 5 veces mayor de zona verde, espacio público y equipamientos.
¿Pero cómo se cumple esto si toda la zona ya era zona verde? No se pueden crear más metros de zona verde en ese ámbito, es por eso que hay que compensarlo en otra zona.
¿Se compensa esa zona verde necesaria en la ciudad de L’Hospitalet? La respuesta es no, el nuevo parque se compensa nada más y nada menos que ¡EN GAVÁ! Si quieres ir al parque que te corresponde, coge el transporte público, que en Gavá tendrás los 50.000 m2 de zona verde compensada que nos tocarían por meter los 26 rascacielos.
L’Hospitalet de Llobregat es la ciudad más densa de Europa y además tiene un ratio de 3,5 m²/habitante de zona verde por habitante (según datos del ADU del año 2001) que queda muy lejos de los 15m2/habitante que recomienda la UE y se queda en prácticamente la mitad del ratio de Barcelona.

Se trata de una tomadura de pelos ambiental, social y económica para la ciudadanía. Resumiendo:
- El plan de Can Rigal reduce el parque que estaba previsto para la población ya existente en la ciudad.
- No contentos con hacer la zona verde más pequeña te encasquetan 26 rascacielos, 1.000 viviendas residentes y varios hoteles, con lo que al barrio se agolparán cerca de 4.000 nuevas almas más las que mueva el turismo de la zona.
- La zona verde que necesita esa gente nueva (y la que ya vive en la zona) se coloca en el municipio de Gavá, así un poco al tuntún (el Barça tiene terrenos allí).
- La «nueva» zona verde de Gavá, actualmente ya es una zona natural con lo que el «nuevo» pulmón verde no es tal. Nos quedamos igual pero con cerca de 4.000 habitantes más apelotonados en L’Hospitalet de Llobregat.
Y ya ni hablemos de los equipamientos… El Hospital no se pagará con las plusvalías y los aprovechamientos urbanísticos del pelotazo. Su construcción dependerá de fondos públicos y de la Generalitat de Catalunya y si se ejecuta o no no dependerá, por suerte, de la construcción de los rascacielos. Tenemos múltiples ejemplos de esto, como el caso de Can Trinxet, donde se proyectó la sede de la escuela municipal de música y nunca más se supo.
Pinchazo en el Pelotazo
El pelotazo del plan de Can Rigal pinchó con el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008 y desde entonces ha tenido importantes vaivenes judiciales y burocráticos.
Acuerdos incumplidos, convenios urbanísticos caducados, reversiones de propiedad… una verdadera carretera con curvas llena de baches que ni el mejor guionista Hollywood podría haber imaginado (ver http://www.mundodeportivo.com/futbol/fc-barcelona/20160708/403036732963/can-rigalt-aun-tiene-otra-sorpresa.html).
La realidad siempre supera a la ficción.
¡Por dios! ¡Trata de arrancarlo!
Pero ante las adversidades hay que crecerse y aquel refrán que dice «rectificar es de sabios» lo dejamos para otro día. Aquí tiene que prevalecer el ¡Por dios! ¡Trata de arrancarlo!
Es por eso que han habido múltiples intentos de reactivación del proyecto a lo largo de los años, con cero autocrítica o propósito de enmienda, no vaya a ser… Intentos infructuosos de llevar adelante el plan en su configuración de burbuja inmobiliaria, afortunadamente sin éxito.
También han habido otras ocurrencias, bastante oportunistas, como ofrecer los terrenos para la construcción de un supuesto nuevo «Camp Nou» tan innecesario como inviable, pero que tuvo un resultado efectista a la hora de dar titulares.
Y el último intento de lavar la cara al zombi urbanístico es el de llamar a la zona «la plaza Europa del Norte» replicando las luces y sombras del rebatible resultado del modelo de la Gran Via. Un nuevo nombre para un proyecto y una forma de hacer que deberían haberse dejado de lado cuando se vieron los frutos llamados «crisis».
¿El partido continúa?
Y esa es la situación del plan, un proyecto difícil, de escaso interés general para la ciudad pero de amplio interés económico para una minoría privada.
El culebrón continúa con Can Rigal y mientras tanto, lo que debiera ser el parque es un vertedero descontrolado, los equipamientos ni están ni se les espera y la casa de Can Rigal se desmorona.
Veremos como evoluciona el plan confiando en que la sociedad civil y los movimientos vecinales puedan, como han hecho tantas veces en la ciudad, lograr un urbanismo más justo social, ambiental y económicamente.
Dejamos el capítulo del plan de Can Rigal, pero seguiremos visitando «la tienda de los horrores urbanísticos» en nuevos artículos.